Aceites vegetales Vs aceites esenciales

Aceites vegetales:

           Se extraen principalmente mediante presión en frío de frutos secos y/o semillas. Un claro ejemplo de ellos puede ser el aceite de oliva. Hay diferentes calidades: un aceite virgen extra de primera presión en frío siempre tendrá más calidad que un aceite refinado, y conservará intactos su aroma y su color.

            Podemos clasificar los aceites atendiendo a sus propiedades y/o cualidades. Cuando hablamos de su uso cosmético, podemos clasificarlos en aceites vegetales de tacto seco o de tacto graso en función de su capacidad de penetración en la piel:

           Aceites vegetales de tacto seco: los aceites de tacto seco penetran muy bien en la piel, no son comedogénicos, no dejan brillos ni sensación de grasa en la piel, no obstruyen los poros…son perfectos para utilizarlos solos o para añadirles unas gotitas de los aceites esenciales que más se ajusten a nuestras necesidades, obteniendo por ejemplo, un aceite que podemos utilizar en sustitución de nuestra habitual crema hidratante. Si lo que nos interesa es un aceite que sea buen portador de nuestros aceites esenciales, deberemos utilizar un aceite de tacto seco.

             Este tipo de aceite es el más adecuado para las pieles mixtas o grasas, siendo aptos incluso para la hidratación de pieles acnéicas. Dentro de esta categoría podemos encontrar los aceites de jojoba, pepita de uva, macadamia, avellana o caprylis, entre otros.

             Aceites vegetales de tacto graso: se absorben con más dificultad y su uso, al menos como hidratante facial, debería limitarse a pieles secas o maduras. Algunos aceites de tacto graso son los de almendras dulces, rosa mosqueta o argán.

Viendo esto, se puede entender por qué, por ejemplo, el aceite de almendras es muy bueno para dar masajes pero sin embargo no es el más adecuado como hidratante facial para una piel mixta, o por qué no daremos un masaje con un aceite de jojoba, que además de ser bastante caro, se absorbería enseguida y tendríamos que añadir más cantidad continuamente.

Aceites esenciales:

           Se extraen por destilación por corriente de vapor de agua en alambiques de diferentes partes de la planta, obteniendo un líquido de aspecto oleoso que conserva el aroma y las propiedades terapéuticas de la planta en cuestión.

            Se necesitan muchos kilos de planta para conseguir un poquito de ese aceite esencial, por lo que su precio en algunos casos, puede ser realmente elevado. Para que nos hagamos una idea, se necesitan entre 3500 y 4000 kilos de pétalos de rosa para conseguir un litro de aceite esencial. ¿Os imagináis lo que cuesta ese litro? Pues del orden de 6000 euros más o menos…esa es la diferencia, por ejemplo, entre el aceite de rosa mosqueta y el aceite esencial de rosa (búlgara, damascena, etc). En el primer caso, el aceite no olerá a rosas (de hecho, para mi gusto, tiene un aroma un tanto desagradable) dado que se obtiene a partir de las semillas, y su precio oscilará alrededor de los 15/20 euros los 100 ml, y en el segundo caso, el aceite olerá divinamente (se obtiene a partir de los pétalos de rosa) y el precio de los 100 ml será prohibitivo.

            Son volátiles, por lo que conviene conservarlos en un envase bien cerrado y en frasco de cristal oscuro. Son súper concentrados, son la “esencia” de la planta, por lo que la mayoría de ellos no deben utilizarse puros sobre la piel, sino diluidos en un aceite vegetal (aceite portador), en porcentajes muy bajos, dependiendo del uso que se les vaya a dar. Algunos aceites esenciales son tan concentrados que te pueden llegar a quemar la piel. Una anécdota: un día estaba fabricando mi famosa crema de karité, que contiene aceites esenciales. Dejé el frasco del esencial de mirra sobre una estantería metálica lacada en blanco, sin advertir que caía una gotita por el lateral del envase...ahora tengo un hermoso desconchón en forma de cerco en la estantería. ¡Se comió la pintura!. Cuidado al manejar aceites esenciales: siempre debemos guantes protectores.

            La conclusión: en función del uso que queramos darle, utilizaremos unos aceites u otros. Un ejemplo: si queremos elaborar un aceite de masaje relajante, podemos utilizar aceite de almendras al que habremos añadido hasta un 4% de aceites esenciales (lavanda, bergamota, cedro, geranio, mandarina, etc.) Si lo que queremos es elaborar un aceite hidratante facial, escogeremos un aceite vegetal acorde a nuestro tipo de piel y le añadiremos hasta un 2% de aceites esenciales.